08 febrero, 2015

Reseña: "Poe" de Jordi Sierra i Fabra


Título: Poe
Autor: Jordi Sierra i Fabra
Ilustrador: Alberto Vázquez
Año de publicación: 2009
Editorial: Libros del Zorro Rojo 
ISBN: 9788492412419
Páginas: 140


Sinopsis: La vida de Edgar Allan Poe adquiere en estas páginas toda su dimensión humana, la del escritor cuyo genio debió lidiar con las adversidades. Los escándalos, la miseria, la muerte, la demencia y en su decurso, la forja de una obra sublime, atraviesan los días y las noches de un creador visionario, marcado por la tragedia.

 Jordi Sierra i Fabra, Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil 2007 ha sabido elaborar un vívido retrato de Poe y de su literatura, que Alberto Vázquez ha dotado con estampas de inquietante belleza.


Antes de nada tengo que admitir que tanto la figura de Edgar Allan Poe como su obra están ligados a mi prácticamente desde mi infancia, lo que hace que le tenga un cariño especial a este autor. En cuanto me topé con el libro supe que tenía que ser mío y que si me iba de la librería sin comprarlo estaría pensando en ello hasta que volviera a por él, así que decidí ahorrarme el viaje y lo compré en el acto sin pensarlo dos veces. Y menos mal, porque este libro es una auténtica delicia que recomendaría a todo el mundo, tanto a aquellos que estén familiarizados con Poe como a los que lo descubran por primera vez a través de esta obra.

Esta no es una biografía usual. Jordi Sierra i Fabra ha recreado todo el marco alrededor de la vida de Poe y ha decorado cada hecho con ideas, pensamientos, conversaciones y sentimientos que te hacen trasladarte a cada uno de los momentos de su vida y sentir que realmente has retrocedido en el tiempo.

El libro está dividido en tres partes y un epílogo, cada uno con sus respectivos capítulos. El que se cuente la historia a modo de novela te hace acercarte más a la persona que fue Edgar y dejar de lado la figura de poeta torturado que generalmente se tiene de él. La narración en primera persona te da la sensación de estar leyendo una especie de diario privado y te hace empatizar de un modo que no se conseguiría con otro tipo de narración. A esto hay que sumarle las ilustraciones, preciosas, muy abundantes y casi todas acompañadas de un fragmento de la obra en la que estuviera trabajando Poe en ese momento concreto. A pesar de que el libro entero me ha encantado -me ha sorprendido la cantidad de cosas que desconocía hasta ahora- creo que han sido todos esos fragmentos ilustrados los que más ilusión me provocaban durante la lectura... pequeñas maravillas dentro de un libro ya de por si extraordinario.




Siempre que leo acostumbro a ir marcando los fragmentos que más me gusten o que me llamen la atención con pequeños post-its de colores. De todos los que tiene este libro he decidido compartir este:

Marzo de 1842

Hallarse en presencia del escritor inglés más popular del momento lo sobrecogió. Charles Dickens sólo tenía treinta años, pero su 'Oliver Twist' se había convertido en el libro de cabecera de miles de hogares. Léido en voz alta o en silencio, emocionaba por su música y por su estilo. A modo de presentación, Edgar le había enviado sus dos volúmenes de cuentos y la crítica realizada por él mismo a su obra 'Barnaby Rudge'. La respuesta de Dickens fue entusiasta. Ahora, por fin, los dos se hallaban cara a cara. Reconociéndose el uno en el otro.

- Me preocupa un tema por culpa del cual los autores estamos siempre perdidos, a manos de los desaprensivos y de los que creen que el arte no merece ni la menor recompensa, que ha de ser gratuito -dijo Edgar.

- Se muy bien a qué se refiere, padezco esas mismas circunstancias -asintió el escritor inglés-. Mi obra se publica en los Estados Unidos sin que yo reciba la menor retribución, mientras los editores se enriquecen impunemente. Por lo tanto, lo mismo debe de suceder con usted en Inglaterra.

- Usted podría hablarle de mí a su editor en Londres...

Edgar había alcanzado a entrever una esperanza en las palabras de Dickens.

- Lo haré con mucho gusto, amigo mío. Su obra es valiosa, aunque no puedo prometerle nada.

- Yo le aseguró que lucharé aquí ante el Congreso para que se formule una ley que nos defienda.

Continuaron hablando. Se entendían bien. Edgar respetaba el genio de su contemporáneo y éste admiraba la valía y el entusiasmo de aquel hombre vestido de negro, cuyos relatos tanto le habían impactado, aunque también se daba cuenta de que arrastraba unas invisibles cadenas llenas de desesperanza. 

El día era hermoso y presagiaba una cálida primavera.


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